Norte de Noruega en Invierno. Un Mundo en Silencio

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Estamos a finales invierno, un invierno atípico en el que en España y en otros lugares del mundo las temperaturas medias han sido inusuales, así como la climatología en general. Pensé que esta era la mejor época para publicar algunas de las fotografías que realicé durante mi último viaje a Noruega (y van tres), hace ahora un año, en pleno invierno en Enero de 2019. Luego dudé, porque parecía que "el tiempo" invitaba a evocar otro tipo de fotos. Pero he decidido no esperar más y publicarlas ya, antes de que la siempre deseada primavera se nos eche encima. Como puede verse en estas fotos, aquello en Noruega sí que es puro invierno.

El viaje me llevó a la parte más al norte de la Noruega que puede considerarse como continental (es decir, excluyendo el archipiélago de Svalbard y otras islas), a la extensión de la misma que suponen las islas pegadas al continente de los archipiélagos de Vesterålen y Lofoten. Allí, en pleno Enero, más al norte del círculo polar ártico, el invierno sí que es genuino, y una maravilla.

La aurora boreal. Todo un espectáculo en plena noche polar. De hecho, cuanto más oscura y fría es la noche, más posibilidades hay de que acontezca este magnífico fenómeno de la naturaleza. La foto, realizada mirando hacia el mar en la playa de Skagsanden, en las Islas Lofoten, muestra el recorrido de una espléndida aurora boreal en un claro entre nubes


Al final de este artículo muestro más fotos de la aurora boreal, la gran "estrella" de estas tierras nórdicas. Dejo la guinda del postre para el final.

¿Y cómo es Noruega en invierno?. Pues es un mundo totalmente conquistado por la nieve, donde puede experimentarse cómo es la vida cuando todo, absolutamente todo y en todo el país, está regido por el hecho de tener una alta capa permanente de nieve, nieve polvo, aire seco. Una nieve que nunca se deshace en agua líquida. Noruega en invierno es así mismo un mundo de silencio, constante y paciente, un silencio que es como un sonido propio, que te acompaña siempre. Y que armoniza con el ligero susurrar de brisas y vientos solitarios que son también parte del silencio.


Magníficas vistas desde la isla de Andoya, la más septentrional de las Vesterålen. Algunas gaviotas volaban sobre las montañas al otro lado del fiordo, bañadas por la suave luz del lento amanecer ártico 


No suelo incluir elementos antropogénicos en mis fotografías, pero desde luego no  me cierro a ello estrictamente. Cada fotografía requiere lo que requiere, y en esta ocasión no pude resistirme a fotografiar esta villa de pescadores entre cumbres nevadas. Por cierto, probar aquí el bacalao fresco es algo que no puedo describir con palabras


El mar en el ártico. Sin palabras. Para mí esta foto es muy especial


Algo que me llamó mucho la atención fue lo diferentes que son estas mismas tierras noruegas en Verano y en Invierno (aquí la Primavera y el Otoño son prácticamente inexistentes). Hace ya varios años, estuve en estas mismas islas Lofoten en Verano, y se trataba de un mundo totalmente aparte, distinto. El cambio que se produce del Verano al Invierno es espectacular, como si se tratase de dos mundos distintos que se alternan para estar el el mismo lugar cada año.

El Verano en estos archipiélagos de Vesterålen y Lofoten también tiene su encanto, desde luego. En Verano, aquí la luz es suave, esa típica luz suave del norte que tanto aprecio y que es magnífica para las fotografías. Se ven tierras verdes por doquier, las temperaturas son suaves, y los paisajes espectaculares. Pero si tengo que elegir, el Invierno es mucho más interesante, más grandioso y más distinto a todo. Un verdadero mundo aparte.

Mucha gente cree que en las latitudes polares el paisaje es siempre blanco y aburrido. Nada más lejos de la realidad. Las regiones polares ofrecen todo un espectro de colores, luces y tonos que hacen que la vista se recree como en pocos otros lugares del mundo. En la foto, los últimos minutos de un largo atardecer, con la luz del sol asomando bajo una densa capa de nubes entre las montañas, al otro lado de una playa rocosa cubierta de algas


Es de noche en el Mar de Noruega. Pero aquí el anochecer es largo y paciente, y  todavía queda algo de luz, que se refleja en la nieve y cuya intensidad disminuye gradualmente hacia la parte superior del cielo, hacia la incipiente oscuridad total


Playa de Uttakleiv. Famosa por sus coloridas piedras, y considerada como la playa  más romántica de Europa


Aquí, uno sabe que está muy al norte, en Europa, en latitudes árticas, y saberlo hace que sentirlo sea una experiencia extraordinaria. La noche es larga, muy larga, y el día, siempre deseado, de tan sólo 4 horas de luz total, muestra siempre un sol entre nubes. Pero eso es lo mejor, ya que hace que los colores sean muy distintos a los que pueden verse en el sur de Europa. La base es siempre un blanco eterno, el blanco de la nieve. Y aquí y allá, ese blanco es roto por otros colores más cálidos o más suaves, pero que en todo caso contrastan con esa clave blanca.

Destaca sobre todo el sol, el cual asoma a poca altura sobre el horizonte, al amanecer, y permanece allí durante unas pocas horas, antes de volver a ponerse. El hecho de que esté siempre cerca del horizonte, entre nubes y claros, arranca de él colores vivos e intensos que destacan entre los blancos y azules del paisaje. Pero el sol no es lo único que destaca, también lo hace el mar, a menudo con diversos tonos turquesa, otras veces azul o gris.

Otra playa, en este caso la playa de Bleik. Famosa y muy fotografiada, por la pequeña montaña  que puede divisarse al fondo, la cual complementa la escena


De nuevo un atardecer, en el que en esta ocasión destacaba el contraste entre los tonos cálidos del sol sobre el horizonte, con los tonos fríos del entorno, el agua del mar y la nieve de las montañas. A la izquierda pueden verse las rorbuer, las típicas cabañas de pescadores noruegos


Vista en contrapicado hacia las cumbres de las montañas nevadas en el interior de las Vesterålen, entre nieve y bruma. Temía que en cualquier momento bajasen por ellas los caminantes blancos 


También hice algunas fotos de animales, como no podía ser de otra forma tratándose de mí. Como nota curiosa, decir que en todos estos días que pasé en la fría Noruega invernal no vi un sólo insecto (lógicamente).

Corneja cenicienta (Corvus cornix) junto al mar y las montañas nevadas en la isla de Andoya


No es muy buena, pero es mi primera foto de un alce (Alces alces), y me hizo mucha ilusión. Sin cuernos, pues aún no sabiendo si se trataba de un macho o de una hembra, en todo caso los machos pierden la cornamenta en esta época del año, para que vuelva a crecer hacia finales de invierno. La fotografía muestra a un alce en su duro hábitat invernal, sobre la nieve y entre árboles que han perdido todas sus hojas. También eso hizo que la fotografía fuese difícil, ya que estaba en movimiento, y la poca luz y las múltiples ramas delante del alce forzaron un enfoque manual con teleobjetivo. Dadas las circunstancias, quedé más o menos contento con el resultado


Cisnes cantores sobre el mar (Cygnus cygnus). Se trata de una especie de cisnes propia del norte y este de Europa, y de Asia. Distinta del cisne común o vulgar


Detalle de lago helado en el interior de una de las islas Lofoten. Fotografía en blanco y negro


El resplandor de las armaduras de las valkirias, las guerreras vírgenes vikingas. Las almas de niños muertos al nacer. El extraño fuego causado por el roce del zorro ártico contra la nieve. Llamada incluso Guovssahas, la "luz que puede oírse". Se trata de la Aurora Boreal, una aparición repentina de luces verdes y danzantes en el cielo nocturno, a altas horas de la madrugada, cuando más fría es la noche. A veces una cortina móvil de verde eléctrico, otras un tornado de luz que es verde en la parte inferior, y, cuando la tormenta solar es potente, muestra tonos anaranjados y violetas en la superior.

Hoy en día sabemos que las auroras boreales son fenómenos físicos que deben su existencia a la actividad del Sol. Tormentas solares, difíciles de predecir, expulsan grandes cantidades de partículas energéticas hacia el espacio, que tras atravesar, a 300 o incluso 1.000 kilómetros por segundo, los 150 millones de kilómetros que separan a la tierra del sol, toman contacto con el enorme escudo magnético que protege a la Tierra. Es entonces cuando esas partículas son atraídas hacia una zona en forma de círculo que rodea el polo norte magnético, la zona de la tierra donde es más fácil observar auroras boreales, y donde se encuentra por ejemplo el norte de Noruega (en el hemisferio sur existe una zona similar, y allí las auroras son llamadas australes). La energía liberada por estas veloces partículas solares y su interacción con la magnetosfera terrestre, es la que produce el fenómeno lumínico de la aurora, el cual acontece a unos 100 kilómetros sobre nuestras cabezas.

Y comienzan las auroras ... Se trata de la famosa playa de Skagsanden, en la isla de Flakstadøya, en las Lofoten. Famosa por ser un buen lugar en el que contemplar auroras boreales, siendo una amplia playa con vistas abiertas mirando hacia el norte. También por ser una playa predilecta entre los surferos ... De hecho pude ver con mis propios ojos a un grupo de personas practicando surf en esta playa durante el día, en pleno Enero.
En la fotografía, además de la aurora boreal, puede verse bien el cielo estrellado, lo cual permitió un agradecido claro entre nubes


Esta aurora boreal nos hace evocar fielmente su origen, una verdadera tormenta solar, que en esta ocasión cae con intensidad en la oscura noche polar, entre los picos del norte de Flakstad


En esta ocasión, la composición es curiosa. Se trata de la Luna (el disco blanco entre nubes, sobreexpuesto, justo encima del pico central), y "saliendo" de ella hacia arriba, lo que parece un rayo verde dibujado por el movimiento de la aurora boreal


Esta es una imagen de una aurora boreal más "cósmica", más oscura. Un rayo verde surge en mitad de la noche y atraviesa el firmamento


Vista de una playa al anochecer, mirando hacia el norte. El Mar de Noruega, mar azul y cielo azul


Esto ha sido todo. Por ahora, ya que intuyo que tarde o temprano volveré a este país que poco a poco me ha ido conquistado y que cada vez aprecio más. De hecho, ya tengo planes para Svalbard, probablemente para 2021 o 2022. No puedo demorarme mucho, si quiero ver en libertad al oso polar, grave, muy gravemente amenazado por el cambio climático global. Espero aportar mi granito de arena difundiendo imágenes y contenidos que ayuden a apreciar y querer proteger a esta bella y emblemática especie. Más en Polar Bears International - Get Involved

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