Islandia. Reencuentro con lo Salvaje ... y conmigo mismo. Parte I de II

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Acabamos de salir del invierno, días en los que todos deseamos que venga cuanto antes la primavera, pendientes de ver si el aumento de las temperaturas, la sequedad y las radiación solar ayuda a destruir a ese enemigo que nos ha unido a todos en una lucha común, lucha que ha sacado lo mejor de nosotros mismos y ha reforzado nuestro comportamiento solidario, lo cual a mí me ha sorprendido gratamente y me llena de esperanza. Muchas veces nos gusta criticarnos a nosotros mismos como sociedad, como es natural, pero a la hora de la verdad creo, y veo, que somos mejores de lo que creemos, mejores que antes, que hemos evolucionado como sociedad. Juntos lo conseguiremos.

Como decía, el invierno me ha hecho recordar un maravilloso viaje que hice a Islandia hace tres años. Viaje que hice en muy buena compañía, con buenos amigos que resultaron ser encantadores. Y donde descubrí la parte más salvaje que queda en Europa ...

Y es que Islandia, con su climatología extrema, sus increíbles paisajes, su geología exuberante, donde uno es espectador en primera fila de los poderes de la tierra, que en directo moldean a la vista tierra, mar y aire, deja huella en todo aquel que la visita. Hoy país soberano, Islandia es una isla de unos 103.000 Km2 situada al noroeste de Europa, más cerca de Groenlandia que de cualquier otro punto de la Europa continental. Tierra de gigantes y de leyendas vikingas, pues fueron éstos sus primeros habitantes humanos, que no se establecieron allí hasta hace tan sólo unos 1.200 años.


Atardecer en Jökulsárlón. De origen muy reciente, Jökulsárlón constituye el mayor y más famoso lago glacial de Islandia. Situado en el extremo sur de la isla, junto a la costa que da al Atlántico norte, este lago es resultado de la fusión de glaciares, y famoso por sus icebergs, que lentamente son arrastrados por la corriente a lo largo de un corto río, el río Jökulsárlón, hasta llegar al mar, donde terminan de fundirse



Kirkjufellsfoss, "la montaña del cuerno". Uno de los símbolos indiscutibles de Islandia, y acribillado a fotos. Localizado en el extremo este de la isla. Recientemente pude verlo de nuevo en la serie de TV "Juego de Tronos", pues fue elegido como localización para formar parte de los territorios salvajes al norte del Muro. En esta ocasión, quise salirme un poco de lo habitual y fotografiarlo con un encuadre vertical, centrado y simbólico, con el pequeño meandro del riachuelo y sus cascadas en la parte inferior, pero cobrando protagonismo la imponente colina coronada de brumas


De nuevo Jökulsárlón. El lago glacial. Azul. Al anochecer. Las nubes desplazadas por la brisa, con las estrellas y las montañas al fondo.
Agua líquida, helada y gaseosa en lento movimiento 


Este viaje a Islandia fue muy especial para mí, y supuso un punto de inflexión no en mi trayectoria fotográfica, sino en mi percepción de mí mismo como fotógrafo. Un viaje interior y un redescubrimiento. Tuve la ocasión (apreciada) de conocer gente nueva, con su propia percepción de qué es para ellos la fotografía, la práctica fotográfica y lo que buscan en ella. Descubrí que esa forma de practicar la fotografía no es exactamente la que yo busco, y eso es bueno. Cada uno debe tratar de hallar no ya su propio estilo (desde luego), sino su propio "mundo", su propio camino, en todo lo que acontece a la práctica fotográfica. Y es que no hay un único arte fotográfico, sino muchos. Desde el fotoperiodismo, la fotografía científica, la fotografía de naturaleza, fotografía documental, fotografía artística, etc. etc., hasta la particular, única e irrepetible forma de hacer "lo que sea que haga" cada fotógrafo en concreto con un nombre y apellidos.

Y es que descubrí otras artes, que me gustaron y me interesaron, pero sobre todo como espectador. No digo artes fotográficas, sino artes, ya que en estos tiempos han surgido nuevas posibilidades que van más allá de la fotografía pura, y a las que tenemos que estar muy atentos porque son artes en sí, nos enseñan el mundo y su percepción del mismo por parte de artistas particulares, y sus posibilidades son inmensas. Descubrí que en estas nuevas formas de expresión fotográfica, no es necesario ni tan siquiera un estudio íntimo, detallado y pausado del entorno cuando se está sobre el terreno (este viaje fue eminentemente un viaje de fotografía de paisaje), sino que el objetivo cuando se está en el lugar donde se va a fotografiar, es el de captar la mayor cantidad posible de información fotográfica con la la cámara (es decir, de fotografías digitales técnicamente bien tomadas en cuando a definición y exposición), casi siempre en forma de tomas múltiples de la escena con un teleobjetivo medio, para más tarde componer en el estudio una gran panorámica con dichas fotos y pasar horas y horas de post-producción hasta obtener la imagen ideal que el fotógrafo tiene en su cabeza. Y en algunos casos todo vale, con modificaciones "exageradas" de las imágenes originales.

Lo intenté, y los resultados no estuvieron mal para ser un principiante. Pero descubrí que eso no es lo mío.

Arcoiris sobre  los campos de lava de Hraunfossar, en la región de Vesturland























Colores vivos al caer la noche.
Los paisajes árticos son únicos ofreciendo gamas de colores de lo más variadas y atractivas. Mas allá del blanco, las iridiscencias de la luz en el hielo y los cielos fríos al ponerse el sol muestran vivos tonos fríos y cálidos que deleitan la vista y que sólo en estos lugares son posibles.
Dos tomas realizadas en el famoso lago Jökulsárlón


Yo necesito realizar las fotografías sobre el terreno. Y con eso me refiero a que necesito observarlo, dedicar un tiempo a sentirlo, estudiarlo, analizar qué sensaciones me transmite, para después planificar y diseñar la foto que quiero de ese lugar, traduciéndose en "colócate aquí o allí", utiliza una focal tal, una profundidad de campo tal, para conseguir esa composición que quieres, etc. etc. La mayoría de las veces obtendré una sóla toma, y algunas variantes de la misma, hasta lograr la fotografía deseada. Pero tengo que estar allí, no tener prisas, dedicarle su tiempo, y sé que no obstante la foto va a necesitar postproducción, pero incluso esta última ya va a estar condicionada y perfilada ya desde el momento de la concepción de la fotografía sobre el terreno.

Dijo el gran Niall Benvie, cuyo libro sobre fotografía de naturaleza fue (y sigue siendo) mi principal libro de cabecera sobre esta apasionante afición, que las mejores fotos las realizarás en tu entorno más próximo, donde vives. Ya que es el que mejor conoces, el que más veces visitas, y donde harás más intentos de conseguir esa fotografía ideal. Es por eso que la fotografía de viaje es lo que es, tiene sus limitaciones, siendo la más importante que muchas veces no hay tiempo de segundas oportunidades, o simplemente que por ejemplo las condiciones atmosféricas no son las que te gustaría para la escena o no es la estación del año que a tí te gustaría. Por eso es tan importante la planificación previa basada en la información disponible, hoy en día fácil gracias a esta era de la información. Para tratar al menos de maximizar las posibilidades disponibles. Pero en todo caso, siempre va a ser necesario dedicar un tiempo mínimo en el lugar de la foto, y por consiguiente una logística y un equipo adecuado a ese propósito de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado y durante el tiempo adecuado. Y todo ello será muy diferente si simplemente quieres tomar 20 fotos en panorámica de manera rápida y largarte, o si quieres estudiar y probar distintas perspectivas con variadas focales, por ejemplo.

Uno sabe que, en un único viaje por Islandia, nunca llegará a hacer ni de lejos una fotografía parecida a las que hacen los grandes fotógrafos islandeses. Simplemente porque tú vas a estar de paso, y ellos permanecen allí todo o gran parte del año, persiguiendo y perfeccionando día a día su maestría del lugar hasta obtener imágenes majestuosas. Es por ello que las expectativas tienen que ser realistas. Pero dentro de esas posibilidades, se pueden hacer grandes cosas, siempre con un mínimo de planificación y determinación.

Géiser Strokkur. El géiser de todos los géiseres, ya que su nombre, "Strokkur Geysir", dio origen a la palabra géiser. Se trata de uno de los más famosos de Islandia y del mundo entero, y sus erupciones nunca fallan


Cataratas Gullfoss, las "cascadas doradas". Unas de las más famosas de Islandia, situadas al sureste del país, en el cauce del río Hvítá. También son de las más espectaculares de Islandia


Cascada Kvernufoss. Se trata de un "pequeño secreto", una cascada poco conocida y fuera de los grandes itinerarios turísticos. Algo que es de agradecer. Sólo tiene sentido fotografiarla cuando está cubierta de nieve (la mayor parte del año), y el sendero que lleva hasta ella desde una aldea cercana es muy agradable y solitario.
En esta ocasión, quise huir de la típica fotografía de cascada con larga exposición y aguas sedosas. Había varias aves marinas revoloteando en las inmediaciones, quise incluirlas en la composición, a la vez que una velocidad de obturación "estándar" capturaría la fuerza de la cascada de agua, en consonancia con lo agreste de la nieve que dominaba el paisaje


Lomagnupur. Una simple colina en forma de muela y una simple laguna a sus pies. Pero que gracias al filtro adecuado (de esos de vídeo, regulables, que enfrían o hacen más cálida la temperatura de la luz a placer), otro graduado, y a una exposición comedida (ni muy larga ni muy corta), se puede conseguir una escena más que interesante debido al movimiento de las nubes, del agua mecida por el viento, y sobre todo ayudó a esperar al momento adecuado, cuando, pese a las nubes, el sol incidía en la montaña. Opté por una composición céntrica y simbólica


El uso del gran agular, que tanto me gusta en fotografía de paisaje y en otras, jugar con la perspectiva, buscar distintos ángulos desde los que obtener diferentes composiciones. La fotografía en blanco y negro, el uso del flash para sujetos en primer plano y aclarar sombras, el uso de filtros, buscar la velocidad de obturación que produzca el efecto deseado, hacer uso de una profundidad de campo adecuada. Todo ello produce fotografías muy diferentes que requieren técnicas diferentes a practicar sobre el terreno. Tomar x número de fotos para una panorámica, siempre con la misma distancia focal, para obtener más tarde una foto idéntica a la que muchos otros han hecho ya antes que tú, sin darte tiempo para descubrir si tú tienes un sentimiento o percepción distinta, limita tus posibilidades. Pero lo más importante de todo, siempre, es dedicar el tiempo suficiente a simplemente mirar, fusionarte con el entorno, sentirlo, y esperar a que la musa te diga qué foto quieres realizar en ese lugar.

Todo eso ya lo sabía. Simplemente, en este viaje me reafirmé en ello.

Godafoss, las "Cascadas de los Dioses". Situadas en el extremo norte de Islandia, son las más espectaculares de las muchas cascadas que aguardan al visitante en la isla. Era casi de noche, y el cielo no ayudaba mucho en la composición. Sin embargo, fue la ocasión perfecta para hacer una fotografía para la que, ya desde el momento de la toma, pensé que sería en blanco y negro. No fue necesaria más que una única toma con un objetivo zoom medio, con el que controlé perfectamente la composición final, sabiendo que recortaría más tarde el cielo en un formato de 16:9. Este sí que es un ejemplo de una fotografía que hubiese sido mejor realizarla con múltiples tomas para componer una panorámica, lo cual hubiese permitido hacer grandes ampliaciones de ser necesario, y donde la distancia focal que yo necesité para la única toma, no aportaba nada en términos de perspectiva. Para la próxima aprendo, hay que ser humilde


Otra vista de Godafoss. Detalle la las rocas en fondo de las cascadas


Montañas Vestrahorn, en la península de Stokksnes. Eternas nubes en el cielo, el mar a la derecha, y una plácida charca de lluvia en un paisaje de ensueño


Cumbres nevadas. El interior de la isla nos sorprendió gratamente con otros paisajes, distintos de las famosas cascadas e icebergs de Islandia. Albergaba maravillosas e interminables vistas alpinas


Y para terminar, cómo no, aunque el viaje no estaba pensado para hacer fotografía de fauna, yo no pude resistirme a fotografiar a cuanto animal salvaje representativo de estas tierras se me pusiese a la vista (y no salvaje pero sumamente interesante, como mostraré en la segunda parte de esta serie de dos artículos dedicados a Islandia). Al fin y al cabo, no siempre tiene uno la oportunidad de fotografiar focas o eiders en su entorno ártico. Aquí algunas de esas fotos, más en el próximo capítulo.

Cisne cantor (Cygnus cygnus). Uno de entre los muchos que, en numerosas bandadas, se ven por toda Islandia, siendo el único lugar del mundo donde habitan durante todo el año. El resto de poblaciones mundiales tienen lugares de reproducción e invernada repartidos entre Europa y Asia


Los gansos son aún más abundantes en esta norteña "tierra del hielo" que es Islandia. Y son vistos por todas partes, a donde quiera que uno vaya, siempre formando bandadas


Una grata sorpresa, un zorzal alirojo que me encontré (Turdus iliacus). No todo van a ser especies exóticas de tierras lejanas ... 


Por último, uno al que le tenía ganas, un eider común (Somateria mollissima), un anseriforme muy propio de paisajes escandinavos y de Escocia, no dándose en la península ibérica. Aunque ya habrá ocasión para hacerle una foto mejor en el futuro, no obstante pude retratarlo en su ambiente, nadando en el lago glacial de Jökulsárlón


Hasta aquí esta primera parte dedicada a Islandia, donde sobre todo quería expresar lo que supuso para mí desde el punto de vista de la evolución personal de un fotógrafo. En el próximo capítulo, hablaré más de esta inigualable y legendaria isla, con curiosidades y anécdotas de lo más interesantes, y por supuesto fotos, entre las cuales os sorprenderá, entre otras localizaciones, la mágica Playa de los Diamantes, la foto de un halo lunar sobre icebergs en la noche ... y más.


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